domingo, 3 de agosto de 2014

"¿Y SI VAS ALLÍ Y DESCUBRES QUE NO HAY DIOS ALGUNO?"

 Ida. Pavel Pavlovsky. (2013)

Ida, una novicia en vísperas de su ordenación, restaura  junto a varias de sus hermanas la imagen de Jesucristo que preside su convento. La escena transcurre con la sobriedad de la vida monástica: las monjas realizan su tarea sin hablar, apenas mirándose entre sí. Así, nos presenta el director la cotidianidad de la protagonista. Sin embargo, la tranquilidad y el silencio pronto se rompen cuando la madre superiora ordene a Ida salir a visitar a Wanda Cruz, su única pariente viva.
La más reciente película de Pavlovsky transcurre en una quietud que más que agobiar, resulta reconfortante. Contrario a lo que se espera, al salir al mundo Ida pareciera hacerlo más lento, en lugar de dejarse contagiar de su frenético ritmo. Su tía Wanda, una juez alcohólica, venida a menos, por momentos parece acelerar la narración, aunque rápidamente esta vuelve a la tranquilidad que rodea  a Ida.
La fotografía en extremo cuidada acompaña al guión en su sobriedad: el uso del blanco y negro dota a  la película de cierta simpleza, sin restarle belleza a los planos, cuya composición pareciera por momentos aplastar a los personajes, cómo si se tratasen de los secretos de su pasado. Finalmente unos movimientos de cámara lentos hacen que el espectador siga a Ida a su aventura con su misma paciencia.
Los personajes de Ida permanecen superficialmente inmóviles; a pesar de los obscuros descubrimientos que van haciendo durante su recorrido. Las revoluciones en la película son interiores y las protagonistas parecieran  esforzarse por mantener la misma máscara durante toda la película.
Pavlovsky ha hecho una película que aquellos que van al cine en busca de choques emocionales seguramente no disfrutarán. Apreciar a Ida exige la actitud serena con que se presencia los actos religiosos.
Ida, una película lenta dentro de sus propias inquietudes. Su simpleza sin embargo  no se presenta gratuita; se nota la dedicación puesta en cada pequeño detalles. Su sencillez permite disfrutarla sin esforzarse demasiado; y la aparente levedad del guión deja extasiarse en la fotografía que es realmente admirable. Todo esto mientras se admira a Ida que inamovible se enfrenta  al ritmo de una vida que le es completamente nueva y a sus propias debilidades.