Ética Documental
El Canto de la Sibila
La RAE define la ética como la “Parte de la filosofía que trata de
la moral y de las obligaciones del hombre”[1]. Una definición bastante escueta y
que no permite realizar un verdadero análisis sobre las implicaciones éticas en la práctica documental. Para Zirion estas obligaciones remiten a la realización de las capacidades personales y el
cumplimiento de una función, aquello que solo esa persona puede realizar.[2] Aunque esta definición aclara un poco más el asunto, tampoco nos da un lineamiento que seguir, pues como
dice el mismo autor “la
ética se convierte en una especie de variable indeterminada, que nos puede
conducir por muy diferentes direcciones…”[3] En el documental las decisiones
para el cumplimiento de esta función dependen básicamente de la relación del
documentalista con los personajes y el
público.
Para Nichols es la
posición ética, la que separa al documental del cine de ficción o argumental[4]. El
cine de ficción presenta al espectador mundos ficticios; el documental, por su
parte, en vez de ofrecernos un mundo, nos ofrece acceso al mundo. Esta
característica hace surgir el primer interrogante ético ¿Qué papel juega esa
certeza de realidad dentro del contrato entre el autor y el espectador? Como
dice Plantinga el documental no representa la realidad, sino más bien algo que
el autor dice sobre esa realidad[5]. Sin
embargo, el público siempre tomará como una representación de la realidad
física lo que está viendo; a menos que se haga evidente que no lo es. Por esto, durante años las puestas en escenas
o tomas recreadas fueron rechazadas por los teóricos documentales.
No
obstante, no se puede limitar la realidad al mundo de lo físico. Por esto,
aunque las imágenes y conceptos de la
poesía no estén presentes físicamente tampoco se puede negar su existencia.
Como diría Octavio Paz la poesía es el testimonio de los sentidos. “Un
testimonio verídico: sus imágenes son palpables, visibles y audibles... El
testimonio poético nos muestra otro mundo dentro de este mundo”[6]
En este sentido, nos parece que lo correcto no es limitar el
documental a las tomas observacionales; sino mas bien, dejar claro al espectador el origen de las imágenes
que está viendo, diferenciando las recreaciones. de las tomas directas. Eso intentamos hacer
dentro del El Canto de la Sibila.
Así, aunque usamos puestas en escena
para representar esa otra realidad poética, presente dentro de la obra de Marga
López; nunca pretendimos hacer pasar esas imágenes como tomadas directamente de
la realidad. Si bien no lo explicamos, nos parece que la misma naturaleza de las
imágenes y de su contenido da a entender que se trata de recreaciones
artísticas y no de la cotidianidad del personaje.
En cuanto a la relación con el
personaje el principal dilema ético que se presenta, es la privacidad. Como lo
dice Jean Rouch, siempre que se
documenta se está violando la intimidad de alguien.[7] Sería demasiado inocente pensar
que la presencia de las cámaras no influye en la vida del personaje.
“la
presencia del documentalista con su cámara nunca pasa inadvertida, a no ser que
la esconda. Como documentalista hay que estar consiente del impacto —por sutil
que sea— que tiene nuestra presencia en la situación y sobre todo en las
personas que queremos representar”.[8]
En este aspecto, si bien en El
Canto de la Sibila intentamos llevar una
relación cordial y de retroalimentación con el personaje; también tratamos de
mantener cierta distancia. Evitando que el personaje sintiera invadido su
espacio o que la relación se tornara tan personal que dificultara la
realización del documental. Así por ejemplo, en un principio nos rehusamos a que el
hospedaje durante el rodaje fuera en la
casa de Marga López. Sin embargo, por problemas inesperados en la producción
esta fue la única alternativa que tuvimos. No obstante, intentamos que el tiempo de estadía en la casa
del personaje se redujera al máximo. También intentamos respetar el ritmo de vida del personaje y no afectarlo
demasiado. Por lo que, en los momentos
en que estaba cansada o simplemente se
sentía incómoda con la cámara nos dedicamos a grabar planos detalles de la casa
y la dejamos en paz.
La representación del personaje
también fue otro gran interrogante
durante el proyecto. Siempre nos
preguntamos cuál era la imagen que íbamos a dar de la poeta. Desde antes la investigación preliminar al pitch se intentó dejar claro el objetivo
del documental, mostrar como una poesía
consciente del género favorece el surgimiento
de nuevas feminidades. Por esto, nos enfocamos sólo en ciertos aspectos de la vida y obra de Marga López. Si bien, el
personaje no compartía este punto de vista y quería mostrar más de su obra; desde
la dirección se tomó la decisión de obviar estos aspectos en el montaje y mostrar solo aquellos que de alguna manera aportaban algo para alcanzar
el objetivo propuesto.
También se presentó otro dilema con
la imagen del personaje. Pues desde el
tratamiento se presentaba callado y silencioso; pero en el rodaje, por el contrario, se mostró conversador y abierto con el
público, delatando en cada momento al equipo realizador que se encontraba
detrás de cámaras. Finalmente, se optó
por mostrar la faceta real del personaje durante el rodaje, pero ocultando al
equipo realizador. Que si bien nunca se
ve por cuestiones de estilo, es delatado
todo el tiempo por el testimonio del personaje. Mostrando al espectador que se
trata de un equipo detrás de la cámara que de alguna manera violentó la
cotidianidad de la poeta. Por lo que el
documental no se presentará como la cotidianidad normal de personaje, sino la
cotidianidad del personaje mientras era grabado.
En cuanto a la autoridad para
representar el personaje, fue algo orgulloso escoger el tema. Teniendo en
cuenta que ningún miembro del equipo tiene vastos conocimientos en poesía y que
tratándose de un documental sobre el papel de la mujer en la sociedad, era
irónico que todos los realizadores fueran
hombres. Sin embargo, en cuanto a lo primero. El equipo sentía atracción con el
tema y se tenía cierto conocimiento, más aficionado que académico. Pero, que sirvió bastante para la realización
del documental. Por el lado del género,
si bien todos los miembros del equipo somos hombres, logramos una
identificación bastante fuerte con el personaje, por lo que fue bastante fácil
hablar desde él.
También, intentamos darle una cámara
flexible al personaje para que se autorepresentara y nos diera una visión de si
misma sin intervención del equipo de
rodaje. Marga se negó, lo que nos dio a entender que depositaba su confianza en
nosotros.
Fue necesario tomar decisiones
sobre mostrar o no aspectos con los que
el personaje se sentía incómodo. Por ejemplo, durante todo el rodaje nos insistió en que no
mostráramos ciertos espacios dentro de la casa que lucían un poco desordenados,
o que no dijéramos que nunca entraba a la cocina. Sin embargo, desde dirección
y por motivos de narrativa nos pareció conveniente mostrar estos aspectos. No explícitamente,
pero si por medio de diferentes
secuencias de vídeo.
Como conclusión se hace necesario
preguntarse, como propone Zirion, con
quién es la responsabilidad del documentalista ¿consigo mismo, con el
espectador o con el personaje? La
respuesta al menos para El Canto de la Sibila, como trabajo académico, es que la responsabilidad del director es
consigo mismo. Por eso desde los inicios del proyecto se le apostó a un
trabajo más experimental, más expresivo. La responsabilidad social con el
espectador se esquiva al evitar temas de
denuncia social o historias moralizantes. Aunque, la temática de las nuevas
feminidades sigue latente, pasa a un
segundo plano, para dar lugar a un aprendizaje desde la experiencia personal tanto desde la dirección, como de los
diferentes departamentos.
En cuanto a la responsabilidad con el
personaje, uno de los principales miedos desde el principio fue que el documental terminará convirtiéndose en una
apología al personaje o una mera ilustración de su obra. Por eso se trató de
darle bastante fuerza a las visiones personales y las sensaciones que desde
cada departamento se quería transmitir para lograr no sólo darle una unidad y
una personalidad al proyecto fuera de la obra poética de Marga López; Sino hacer más rico el aprendizaje y más
productivo el proceso, en cuestión de conocimientos, para cada uno de los miembros del equipo.
[2] ZIRION A. Ética y documental
etnográfico. Recuperado el (24/05/2012) de (http://www.antropologiavisual.com.mx/otros-articulos/91-etica-y-documental.html)
[3] Ibíd.
[4]
NICHOLS, Bill. La Representación de la Realidad.
Recuperado el ( 24/05/2012) de (http://es.scribd.com/doc/7168599/Bill-Nichols-La-Representacion-de-La-Realidad)
[5] COCK, Alejandro. Aproximación al Documental. Recuperado el
(24/05/2012) de (https://docs.google.com/file/d/0B7BZb1FBCa62ODZlMjcwZjMtOWEyOC00NmU1LTgyNGQtZTY3NDQ2MGEyOTRk/edit?hl=en_US)
[6]
PAZ, Octavio. La llama doble. Seix
Barral. Barcelona. 1994.
[7] ZIRION A. Ética y documental
etnográfico. Recuperado el (24/05/2012) de (http://www.antropologiavisual.com.mx/otros-articulos/91-etica-y-documental.html)
[7]
Ibíd.
[8]
Ibíd.
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