sábado, 25 de agosto de 2012

Ética Documental

Ética Documental 

El Canto de la Sibila


La RAE define la ética como  la “Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre”[1]. Una definición bastante escueta y que no permite realizar un verdadero análisis sobre las implicaciones éticas  en la práctica documental.  Para Zirion estas obligaciones remiten  a la realización de las capacidades personales y el cumplimiento de una función, aquello que solo esa persona puede realizar.[2]  Aunque esta definición aclara un poco más  el asunto, tampoco  nos da un lineamiento que seguir, pues como dice el mismo  autor “la ética se convierte en una especie de variable indeterminada, que nos puede conducir por muy diferentes direcciones…”[3] En el documental  las decisiones para el cumplimiento de esta función dependen básicamente de la relación del documentalista con  los personajes y el público.
Para Nichols  es la posición ética, la que separa al documental del cine de ficción o argumental[4]. El cine de ficción presenta al espectador mundos ficticios; el documental, por su parte, en vez de ofrecernos un mundo, nos ofrece acceso al mundo. Esta característica hace surgir el primer interrogante ético ¿Qué papel juega esa certeza de realidad dentro del contrato entre el autor y el espectador? Como dice Plantinga el documental no representa la realidad, sino más bien algo que el autor  dice sobre esa realidad[5]. Sin embargo, el público siempre tomará como una representación de la realidad física lo que está viendo; a menos que se haga evidente que no lo es.  Por esto, durante años las puestas en escenas o tomas recreadas fueron rechazadas por los teóricos documentales.
No obstante, no se puede limitar la realidad al mundo de lo físico. Por esto, aunque las imágenes y conceptos  de la poesía no estén presentes físicamente tampoco se puede negar su existencia. Como diría Octavio Paz la poesía es el testimonio de los sentidos. “Un testimonio verídico: sus imágenes son palpables, visibles y audibles... El testimonio poético nos muestra otro mundo dentro de este mundo”[6]
En este sentido,  nos parece que lo correcto no es limitar el documental a las tomas observacionales;  sino mas bien,  dejar claro al espectador el origen de las imágenes que está viendo, diferenciando las recreaciones.  de las tomas directas. Eso intentamos hacer dentro del El Canto de la Sibila. Así,  aunque usamos puestas en escena para representar esa otra realidad poética, presente dentro de la obra de Marga López; nunca pretendimos hacer pasar esas imágenes como tomadas directamente de la realidad. Si bien no lo explicamos,  nos parece que la misma naturaleza de las imágenes y de su contenido da a entender que se trata de recreaciones artísticas y no de la cotidianidad del personaje.
En cuanto a la relación con el personaje el principal dilema ético que se presenta, es la privacidad. Como lo dice Jean  Rouch, siempre que se documenta se está violando la intimidad de alguien.[7] Sería demasiado inocente pensar que la presencia de las cámaras no influye en la vida del personaje.
la presencia del documentalista con su cámara nunca pasa inadvertida, a no ser que la esconda. Como documentalista hay que estar consiente del impacto —por sutil que sea— que tiene nuestra presencia en la situación y sobre todo en las personas que queremos representar”.[8]
En este aspecto, si bien en El Canto de la Sibila  intentamos llevar una relación cordial y de retroalimentación con el personaje; también tratamos de mantener cierta distancia. Evitando que el personaje sintiera invadido su espacio o que la relación se tornara tan personal que dificultara la realización del documental. Así por ejemplo,  en un principio nos rehusamos a que el hospedaje durante el rodaje  fuera en la casa de Marga López. Sin embargo, por problemas inesperados en la producción esta fue la única alternativa que tuvimos. No obstante,  intentamos que el tiempo de estadía en la casa del personaje se redujera al máximo. También intentamos respetar  el ritmo de vida del personaje y no afectarlo demasiado. Por lo que,  en los momentos en que estaba cansada o simplemente  se sentía incómoda con la cámara nos dedicamos a grabar planos detalles de la casa  y la dejamos en paz.
La representación del personaje también fue otro  gran interrogante durante el proyecto.  Siempre nos preguntamos cuál era la imagen que íbamos a dar de la poeta.  Desde antes la investigación preliminar al pitch se intentó dejar claro el objetivo del documental,  mostrar como una poesía consciente  del género favorece el surgimiento de nuevas feminidades.  Por esto,  nos enfocamos sólo en ciertos aspectos de la  vida y obra de Marga López. Si bien, el personaje no compartía este punto de vista y quería mostrar más de su obra; desde la dirección se tomó la decisión de obviar estos aspectos en el montaje  y mostrar solo aquellos que  de alguna manera aportaban algo para alcanzar el objetivo propuesto.
También se presentó otro dilema con la imagen del personaje.  Pues desde el tratamiento se presentaba callado y silencioso;  pero en el rodaje, por el contrario,  se mostró conversador y abierto con el público, delatando en cada momento al equipo realizador que se encontraba detrás de cámaras. Finalmente,  se optó por mostrar la faceta real del personaje durante el rodaje, pero ocultando al equipo realizador.   Que si bien nunca se ve por cuestiones de estilo,  es delatado todo el tiempo por el testimonio del personaje. Mostrando al espectador que se trata de un equipo detrás de la cámara que de alguna manera violentó la cotidianidad de la poeta.  Por lo que el documental no se presentará como la cotidianidad normal de personaje, sino la cotidianidad del personaje mientras era grabado.
En cuanto a la autoridad para representar el personaje, fue algo orgulloso escoger el tema. Teniendo en cuenta que ningún miembro del equipo tiene vastos conocimientos en poesía y que tratándose de un documental sobre el papel de la mujer en la sociedad, era irónico que  todos los realizadores fueran hombres. Sin embargo, en cuanto a lo primero. El equipo sentía atracción con el tema y se tenía cierto conocimiento, más aficionado que académico.  Pero, que sirvió bastante para la realización del documental. Por el  lado del género, si bien todos los miembros del equipo somos hombres, logramos una identificación bastante fuerte con el personaje, por lo que fue bastante fácil hablar desde él.
También, intentamos darle una cámara flexible al personaje para que se autorepresentara y nos diera una visión de si misma  sin intervención del equipo de rodaje. Marga se negó, lo que nos dio a entender que depositaba su confianza en nosotros.
Fue necesario tomar decisiones sobre mostrar o no  aspectos con los que el personaje se sentía incómodo. Por ejemplo,  durante todo el rodaje nos insistió en que no mostráramos ciertos espacios dentro de la casa que lucían un poco desordenados, o que no dijéramos que nunca entraba a la cocina. Sin embargo, desde dirección y por motivos de narrativa nos pareció conveniente mostrar estos aspectos. No explícitamente, pero  si por medio de diferentes secuencias de vídeo.

Como conclusión se hace necesario preguntarse,  como propone Zirion, con quién es la responsabilidad del documentalista ¿consigo mismo, con el espectador o con el personaje?  La respuesta al menos para El Canto de la Sibila, como trabajo académico,  es que la responsabilidad del director es consigo mismo.  Por eso  desde los inicios del proyecto se le apostó a un trabajo más experimental, más expresivo. La responsabilidad social con el espectador  se esquiva al evitar temas de denuncia social o historias moralizantes. Aunque, la temática de las nuevas feminidades sigue latente,  pasa a un segundo plano, para dar lugar a un aprendizaje desde la experiencia personal  tanto desde la dirección, como de los diferentes departamentos.
 En cuanto a la responsabilidad con el personaje, uno de los principales miedos desde el principio  fue que  el documental terminará convirtiéndose en una apología al personaje o una mera ilustración de su obra. Por eso se trató de darle bastante fuerza a las visiones personales y las sensaciones que desde cada departamento se quería transmitir para lograr no sólo darle una unidad y una personalidad al proyecto fuera de la obra poética de Marga López;  Sino hacer más rico el aprendizaje y más productivo el proceso, en cuestión de conocimientos,  para cada uno de los miembros del equipo.



[1] DRAE. Recuperado el (24/05/2012)  de (http://lema.rae.es/drae/)
[2] ZIRION A. Ética y documental etnográfico. Recuperado el (24/05/2012) de (http://www.antropologiavisual.com.mx/otros-articulos/91-etica-y-documental.html)
[3] Ibíd.
[4] NICHOLS,  Bill.  La Representación de la Realidad. Recuperado el ( 24/05/2012) de (http://es.scribd.com/doc/7168599/Bill-Nichols-La-Representacion-de-La-Realidad)
[5] COCK,  Alejandro.  Aproximación al Documental.  Recuperado el  (24/05/2012) de (https://docs.google.com/file/d/0B7BZb1FBCa62ODZlMjcwZjMtOWEyOC00NmU1LTgyNGQtZTY3NDQ2MGEyOTRk/edit?hl=en_US)
[6] PAZ, Octavio.  La llama doble. Seix Barral. Barcelona. 1994.
[7] ZIRION A. Ética y documental etnográfico. Recuperado el (24/05/2012) de (http://www.antropologiavisual.com.mx/otros-articulos/91-etica-y-documental.html)
[7] Ibíd.
[8] Ibíd.

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