martes, 23 de diciembre de 2014

EDIPO REVISITADO.

Tierra en la lengua de Rubén Mendoza (2014)

Comienza a amanecer en el Llano, un hombre cabalgando arrastra frenéticamente  el cadáver de su abuelo atado a la silla de montar por unos cuantos lazos. Lucía, su prima, suplica desde el prado que pare.

En su  película Rubén Mendoza escapa de la Bogotá de  La sociedad del semáforo hacia los Llanos Orientales, para mostrarnos el franco  retrato de un patriarca. Don Silvio Vega, el protagonista,  fue un hombre fuerte y seductor en su juventud; capaz de amasar una pequeña fortuna en las duras labores del llano, enfrentarse a varios intentos de  secuestro y ganarse el cariño de infinidad de mujeres. Sin embargo, Tierra en la lengua no es un retrato idealizado del llanero;  por el contrario, la película enfrenta las múltiples caras del protagonista. Don Silvio también es un hombre avaro, misógino y autoritario. Quién gracias a sus actitudes despóticas ha  perdido el favor de toda su familia y se enfrenta a una muerte solitaria en su hacienda.

La cotidianidad del personaje central  se altera con la presencia de sus nietos, a quienes ha llamado para que cumplan su última voluntad. Esta visita enfrentará a don Silvio con la soledad, el rechazo de su familia y un mundo en el que los valores  con los que vivió toda su vida han cambiado. Por su parte, Lucía y Fernando, los dos nietos citadinos, se encuentran a su llegada con un mundo rústico y salvaje  que les es extraño, y un abuelo mucho más humano que el monstruo que esperaban encontrar.
El uso de material documental en diferentes momentos dota a Tierra en la lengua de un aire de nostalgia, que por algún motivo nos resulta familiar. Imágenes de reses siendo atadas y marcadas por corpulentos hombres; mientras se escucha la voz de la abuela del director narrando los recuerdos que tiene de su esposo. Nos enteramos entonces que  Mendoza cuenta la historia a través de las impresiones de su infancia.

Jairo Salcedo, actor natural que le da vida a don Silvio, parece adaptarse a la perfección al universo ficticio de la película; ese mundo de hombres rudos capaces de hacer tragar tierra al ganado con sus propias manos. Su excelente interpretación logra  inducir respeto hacia la figura del protagonista; a pesar de lo reprochable que puedan presentarse sus acciones.
Tierra  en la  lengua  es la historia de aprender a reconocer al otro y de enfrentarnos con nosotros mismos en esa imagen. La historia de hacer las paces al fin con ese Edipo atávico que nos posee. El protagonista se enfrenta consigo mismo y las consecuencias de una vida, que a su manera, estuvo llena de excesos;  pero  Fernando y Lucía también se enfrentan a la idea  de que no son quienes para juzgar a su abuelo.

La película es polémica y ambivalente; el personaje protagonista, como la violencia recreada, nos resulta tan atrayente como reprochable. Rubén Mendoza huye de la mirada colonizadora de un espectador extranjero en el llano; por el contrario, nos muestra un  punto de vista más humano, uno que regresa a su infancia y se enfrenta con las imágenes chocantes que ve. Tierra en la lengua  es una película salida de las entrañas, como el polvo que escupen las reses en cuanto se levantan.



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