jueves, 25 de diciembre de 2014

LA INOCENCIA DEL GOLPE BAJO

Jardín de Amapolas  de Juan Carlos Melo Guevara (2014)



Es curioso notar como en la mayoría de los casos el cine sólo fija su mirada sobre realidades peligrosas o controvertidas cuando estas han perdido parte de su vigencia dentro de la discusión pública. En su ópera prima Juan Carlos Melo retrata tomas guerrilleras y  masacres paramilitares, realidades que resultaron tan comunes al país hace unas décadas; pero que cada vez son menos frecuentes,  en un momento en el que se vislumbra un posible fin al conflicto armado.

Sin embargo, hacer memoria también es enfrentarse a una cara del país a la que se preferiría dar la espalda y dejar atrás.  Jardín de amapolas  narra las desgracias de Simón, un niño de 10 años, y su padre quienes luego de ser desplazados por la guerrilla ven  en el trabajo en un campo de amapola su única opción de vida. En  su primer largometraje Melo retrata el drama de los civiles que quedan atrapados en medio del conflicto, sin que uno fuerza gubernamental haga el mínimo esfuerzo por ayudarlos. La Colombia retratada por Melo es una Colombia sin estado, en el que la ley es impuesta por los diversos grupos ilegales.

 ¿Qué persona no se siente identificada al ver un niño y más cuando este se enfrenta con algo tan ajeno a su universo infantil como es la muerte?  Jardín de amapolas cae  en la estrategia, un tanto kitsch,  de usar la infancia para conmover al espectador fácilmente. Con esta sensación como su cabeza de lanza, la película descuida la mayoría de los aspectos más allá del patetismo de la situación del protagonista.
A pesar de contar la historia de Simón quien está más preocupado por recuperar el perro de su amiga que de entender o intentar escapar del conflicto. La película lo observa desde una visión adulta que a veces parece burlarse de su inocencia. Así, durante gran parte del filme el espectador se entretiene en situaciones que los niños nunca  conocerán.  Jardín de amapolas intenta dar una mirada panorámica al conflicto; por eso se desgasta en conversaciones y escenas que no aportan nada  a la historia, y que sólo parecen buscar contextualizar al público sobre el conflicto colombiano.

Por otro lado,  más allá de lo conmovedor que pueda resultar la inocencia infantil en medio del conflicto, el guión de la película se presenta bastante pobre. A pesar de poseer  una narrativa aparentemente clásica  hay baches en la historia que nunca se explican. Escenas inesperadas como la que provoca el escape de los protagonistas, o una intromisión de la guerrilla sin ninguna prevención anterior, hacen que la historia sea un continuo de Deux ex Machina.

Sin embargo, Jardín de amapolas logra emocionar e identificar al espectador. Para bien o para mal los facilismos que usa calan más fácil en el público colombiano que  otras construcciones más intelectualizadas. A pesar de todo, son este tipo de películas con una mirada más naif, más inocentes y menos académicas las que finalmente logran hacer que el espectador nacional reflexione a partir del cine.


martes, 23 de diciembre de 2014

EDIPO REVISITADO.

Tierra en la lengua de Rubén Mendoza (2014)

Comienza a amanecer en el Llano, un hombre cabalgando arrastra frenéticamente  el cadáver de su abuelo atado a la silla de montar por unos cuantos lazos. Lucía, su prima, suplica desde el prado que pare.

En su  película Rubén Mendoza escapa de la Bogotá de  La sociedad del semáforo hacia los Llanos Orientales, para mostrarnos el franco  retrato de un patriarca. Don Silvio Vega, el protagonista,  fue un hombre fuerte y seductor en su juventud; capaz de amasar una pequeña fortuna en las duras labores del llano, enfrentarse a varios intentos de  secuestro y ganarse el cariño de infinidad de mujeres. Sin embargo, Tierra en la lengua no es un retrato idealizado del llanero;  por el contrario, la película enfrenta las múltiples caras del protagonista. Don Silvio también es un hombre avaro, misógino y autoritario. Quién gracias a sus actitudes despóticas ha  perdido el favor de toda su familia y se enfrenta a una muerte solitaria en su hacienda.

La cotidianidad del personaje central  se altera con la presencia de sus nietos, a quienes ha llamado para que cumplan su última voluntad. Esta visita enfrentará a don Silvio con la soledad, el rechazo de su familia y un mundo en el que los valores  con los que vivió toda su vida han cambiado. Por su parte, Lucía y Fernando, los dos nietos citadinos, se encuentran a su llegada con un mundo rústico y salvaje  que les es extraño, y un abuelo mucho más humano que el monstruo que esperaban encontrar.
El uso de material documental en diferentes momentos dota a Tierra en la lengua de un aire de nostalgia, que por algún motivo nos resulta familiar. Imágenes de reses siendo atadas y marcadas por corpulentos hombres; mientras se escucha la voz de la abuela del director narrando los recuerdos que tiene de su esposo. Nos enteramos entonces que  Mendoza cuenta la historia a través de las impresiones de su infancia.

Jairo Salcedo, actor natural que le da vida a don Silvio, parece adaptarse a la perfección al universo ficticio de la película; ese mundo de hombres rudos capaces de hacer tragar tierra al ganado con sus propias manos. Su excelente interpretación logra  inducir respeto hacia la figura del protagonista; a pesar de lo reprochable que puedan presentarse sus acciones.
Tierra  en la  lengua  es la historia de aprender a reconocer al otro y de enfrentarnos con nosotros mismos en esa imagen. La historia de hacer las paces al fin con ese Edipo atávico que nos posee. El protagonista se enfrenta consigo mismo y las consecuencias de una vida, que a su manera, estuvo llena de excesos;  pero  Fernando y Lucía también se enfrentan a la idea  de que no son quienes para juzgar a su abuelo.

La película es polémica y ambivalente; el personaje protagonista, como la violencia recreada, nos resulta tan atrayente como reprochable. Rubén Mendoza huye de la mirada colonizadora de un espectador extranjero en el llano; por el contrario, nos muestra un  punto de vista más humano, uno que regresa a su infancia y se enfrenta con las imágenes chocantes que ve. Tierra en la lengua  es una película salida de las entrañas, como el polvo que escupen las reses en cuanto se levantan.



domingo, 21 de diciembre de 2014

SELVA, COSTA, SIERRA

Climas. Enrica Pérez. (2014)


En la selva Eva, una adolescente afanada por descubrir su sexualidad, recibe en su casa a un tío al que no veía desde que era niña. En la sierra  Zoraida  se enfrenta a  la inesperada visita de su hijo que acaba de salir de prisión. Victoria es una mujer limeña de clase alta a quien un obscuro secreto vuelve la vida tan gris como la ciudad que habita. Estas tres historias completamente diferentes componen la ópera prima de Enrica Pérez.  Un retrato no sólo de la mujer; sino también del Perú.

En el cine, como en la mayoría de campos humanos, la mujer fue relegada por mucho tiempo a un papel secundario. Los primeros retratos cinematográficos femeninos eran miradas completamente masculinas. De ahí, que el hecho de que una directora haga al público reflexionar sobre problemáticas femeninas sea un logro. Vale la pena aclarar que para esto no hace falta rotular la película con etiquetas bastante discutibles como “feminista”  o “cine de mujeres”.  En el caso de Climas  se podría hablar incluso de un logro doble, pues no sólo se trata  de una visión de la mujer hacia la mujer;  sino también de una representación desde adentro de un país subdesarrollado, sometido infinidad de veces a una mirada externa.

Cabe resaltar que Climas no cae en el simplismo, ni en la victimización;  sino que muestra  las facetas que puede tomar un sujeto doblemente subalterno cómo lo es la mujer en cualquier país de América Latina.

Tal vez inconscientemente, Pérez retrata cada una de los intereses que para  la crítica estadounidense  Laura Mulvey   son ignorados por una visión masculina de la mujer.  En primer lugar, la sexualización de la niña cómo lo retrata la historia de Eva y su despertar sexual; en segundo lugar la mujer sexualmente madura como no-madre,  a la que bien podía ceñirse la historia de Victoria que toma píldoras anticonceptivas a espaldas de su pareja; Finalmente, una maternidad no fálica, cómo la representada por Zoraida y la relación con su hijo, cuyo regreso reafirma sus temores.

Por otro lado, técnicamente la película está lejos de estar bien  lograda. No sólo cae en un interés exagerado por el paisaje, que se ha convertido en un tópico común en las películas latinoamericanas que triunfan en Europa; sino que también posee una estilización visual, con iluminaciones marcadamente artificiales,  que resulta chocante y parece competir con la historia por la atención del espectador. Algunos efectos sonoros se notan muy manipulados y la música, bastante pobre por un lado, no aporta nada a la película emocional o narrativamente.  Esto, sumado a que las actuaciones no resultan del todo creíbles, más cuando se mezcla en la misma escenas actores profesionales y naturales, termina  impidiendo  una real inmersión en cada una de las historias.

Climas  es uno de esos ejemplos que deja claro que en Latinoamérica abundan las historias por contar  y que poco a poco las nuevas miradas  comienzan a surgir. Sin embargo, también revela que  el problema del cine latinoamericano  y su fracaso en taquilla radican en el apego  a parámetros impuestos internacionalmente para películas de países periféricos. El uso excesivo de   planos contemplativos,  las actuaciones naturales  y un irracional interés  en los paisajes, son una de las causas por las que las películas realizadas en Latinoamérica tienen  dificultades a la hora de abrirse camino ante un público interno. Si bien no se puede por ningún motivo reprochar el  surgimiento de nuevas representaciones que oxigenan el panorama cinematográfico latino, queda abierto el interrogante sobre quiénes realmente disfrutan y reflexionan sobre estas.


jueves, 18 de diciembre de 2014

EL VERDADERO DELIRIO

 Los Hongos. Oscar Ruiz Navia  (2014)


Algunos directores se aferran a la fórmula con  la que alcanzaron el éxito; para bien o para mal, Oscar Ruiz Navia no es uno de ellos. Después de los premios obtenidos por El vuelco del cangrejo, el realizador valluno regresa a Cali para retratar una ciudad tan contrastada, como los personajes que la habitan. Una ciudad de negros, de blancos, de jóvenes, de policías, de mujeres, de desplazados, de artistas, y de ancianos. La Cali de Los Hongos huye del estereotipo de la metrópolis desarrollada, del suburbio marginal o de aquel “jardín” lleno de mujeres hermosas; la urbe  representada por Navia es todas estas ciudades y a la vez no corresponde a ninguna.
Estilísticamente, Navia también abandona el carácter lento que marcó su primer largometraje. Por el contrario,  Los hongos es una película fragmentada que no se detiene a contemplar ninguna acción. El filme adopta un ritmo delirante, que, cómo la cotidianidad de sus dos protagonistas Ras y Calvin, pasa de un espacio a otro de manera vertiginosa.
A pesar del  frenesí, la ciudad se presenta amena y llamativa. En las últimas escenas la película sale de Cali para retratar los imponentes paisajes del Valle del Cauca; sin embargo, durante el resto del filme la cámara se deleita con el minimalismo de la estética urbana. Las calles de los barrios populares y los puentes sobre las grandes avenidas, son mostrados desde un punto de vista que hasta entonces había pasado desapercibido.
Sin embargo, el encanto de Los Hongos termina con la  interpretación de los actores naturales, quienes nunca logran hacer creíbles a los personajes. A pesar de tener protagonistas bien construidos y un trasfondo sólido, la actuación impide al espectador sumergirse  completamente  en el universo de la película.
De otro lado, Los Hongos pareciera querer agotar todas las temáticas de la ciudad.  Desplazamiento, represión policial, amor adolescente, grafiti, diversidad sexual, vida nocturna,  desigualdad  y  corrupción política aparecen en distintos momentos. En vez de atravesar la película, las temáticas parecen solo rozarla en diferentes puntos. El afán de retratar todos los aspectos de Cali, causa que la intención del director se disipe. Los Hongos se presenta como un álbum de postales visto con prisa. La decisión de Navia de no detenerse en ninguna situación, hace que escenas que podrían ser memorables, cómo aquellas mujeres negras sorprendidas por Ras mientras cantan  sobre su desplazamiento, se pierdan entre el vértigo de la urbe.
Queda claro que Oscar Ruiz Navia es un director arriesgado capaz de abandonar los esquemas que le dieron el éxito. Es de aplaudir el atreverse a hacer un filme diferente, también el hecho de representar una ciudad por fuera de los estereotipos, una ciudad más cerca a la gente que la habita. Sin embargo, la decisión de usar nuevamente actores naturales  que fracasan al darles la vida necesaria a los personajes, hace que la película pierda toda la fuerza que pudo tener en su planteamiento.

sábado, 13 de diciembre de 2014

CINE ¿DE VERDAD?

Memorias del Calavero. Rubén Mendoza. (2014)



Después de estrenar su segundo largometraje Tierra en la lengua Rubén Mendoza reaparece este año  en las salas de cine con Memorias del Calaveroalgo bastante inusual dentro del contexto colombiano donde realizar una película se convierte en una verdadera odisea. Memorias del Calavero recorre los pasos de Abelardo Jaimes, el Cucho,  quien en 2010 había interpretado uno de los personajes principales en el primer largometraje del director.  Durante el filme el equipo realizador acompaña al protagonista hasta su natal Santander, donde intentando redimirse  ha prometido contar su más oscuro secreto frente a la cámara.
Una grabación telefónica  da cuenta  del reencuentro del Cucho con Mendoza y la organización del viaje. Usando un lenguaje típico del documental  la película atraviesa  Boyacá y Santander como si fuera una road movie; Mientras tanto, los imponentes paisajes van enfrentando al protagonista con las acciones de su pasado.
Sin embargo,  después de una fuerte discusión el Cucho decide continuar su camino solo y el equipo realizador debe quedarse atrás.  Como un homenaje a Agarrando pueblo, histórica  película de Luis Ospina, el protagonista enfrenta a los realizadores con una imagen vampírica del documentalista que sólo busca lucrarse al registrar la  miseria y  la muerte.
En este punto  el estilo de la narrativa se quiebra y plantea una paradoja: a pesar de que el equipo realizador ya no acompaña al Cucho en su travesía, el espectador puede seguirlo observando a través la cámara.  Memorias del Calavero, al igual que su predecesora Agarrando pueblo, obliga a reflexionar sobre la objetividad del llamado cine de no ficción, y la ética del quehacer documental.
Como en La Sociedad del semáforo  y Tierra en la lengua  Mendoza vuelve a confronta al espectador con imágenes que le resultan chocantes. En varios puntos del recorrido Abelardo Jaimes revela recuerdos escabrosos de su vida en la calle del Cartucho.  Historias de niños asesinados, sexo envilecido y la más cruda violencia, acompañadas por imágenes documentales filmadas por Germán Piffano, obligan al espectador a enfrentarse a la que  tal vez sea una de las peores caras del país.
Volviendo a la trama de la película, además de  ser rechazado por su familia luego de salir del truculento mundo de la calle; Abelardo Jaimes también lucha con esa fuerza interior que parece condenarlo a volver a caer. Memorias del calavero  es la búsqueda de una  redención  imposible por parte de un hombre.
El secreto guardado durante años por  el Cucho, cuya supuesta revelación desencadena el argumento de la película, se presenta como un crimen aterrador, capaz de horrorizar profundamente a un personaje que no se perturba al contar las retorcidas escenas de su estadía en el Cartucho. De ahí, que el desenlace de la película deje un sin sabor que resulta frustrante para más de un espectador. Sin embargo, una narrativa bien construida acompañada de los imponentes paisajes y la música de Edson Velandia, que muy acertadamente acompaña la película, hacen que los minutos en la sala de cine mientras se ve  Memorias del Calavero valgan la pena sin lugar a dudas.

domingo, 3 de agosto de 2014

"¿Y SI VAS ALLÍ Y DESCUBRES QUE NO HAY DIOS ALGUNO?"

 Ida. Pavel Pavlovsky. (2013)

Ida, una novicia en vísperas de su ordenación, restaura  junto a varias de sus hermanas la imagen de Jesucristo que preside su convento. La escena transcurre con la sobriedad de la vida monástica: las monjas realizan su tarea sin hablar, apenas mirándose entre sí. Así, nos presenta el director la cotidianidad de la protagonista. Sin embargo, la tranquilidad y el silencio pronto se rompen cuando la madre superiora ordene a Ida salir a visitar a Wanda Cruz, su única pariente viva.
La más reciente película de Pavlovsky transcurre en una quietud que más que agobiar, resulta reconfortante. Contrario a lo que se espera, al salir al mundo Ida pareciera hacerlo más lento, en lugar de dejarse contagiar de su frenético ritmo. Su tía Wanda, una juez alcohólica, venida a menos, por momentos parece acelerar la narración, aunque rápidamente esta vuelve a la tranquilidad que rodea  a Ida.
La fotografía en extremo cuidada acompaña al guión en su sobriedad: el uso del blanco y negro dota a  la película de cierta simpleza, sin restarle belleza a los planos, cuya composición pareciera por momentos aplastar a los personajes, cómo si se tratasen de los secretos de su pasado. Finalmente unos movimientos de cámara lentos hacen que el espectador siga a Ida a su aventura con su misma paciencia.
Los personajes de Ida permanecen superficialmente inmóviles; a pesar de los obscuros descubrimientos que van haciendo durante su recorrido. Las revoluciones en la película son interiores y las protagonistas parecieran  esforzarse por mantener la misma máscara durante toda la película.
Pavlovsky ha hecho una película que aquellos que van al cine en busca de choques emocionales seguramente no disfrutarán. Apreciar a Ida exige la actitud serena con que se presencia los actos religiosos.
Ida, una película lenta dentro de sus propias inquietudes. Su simpleza sin embargo  no se presenta gratuita; se nota la dedicación puesta en cada pequeño detalles. Su sencillez permite disfrutarla sin esforzarse demasiado; y la aparente levedad del guión deja extasiarse en la fotografía que es realmente admirable. Todo esto mientras se admira a Ida que inamovible se enfrenta  al ritmo de una vida que le es completamente nueva y a sus propias debilidades.



jueves, 6 de febrero de 2014

¿VIOLENCIA IMPLÍCITA?

Heli (Amat Escalante, 2013)


El director de Pulp Movies advirtiendo al público dijo antes de la proyección que se trataba de una película violenta, aunque poseía una violencia implícita. No sé a qué se refería teniendo en cuenta que la película comienza con un rostro ensangrentado en una camioneta y la posterior exhibición del cuerpo en un puente. Tampoco podría considerarse implícitos los planos en los que Heli nuestro protagonista es molido a palos luego de ser sacado a la fuerza de su casa. Un “levantón” como los que han encabezado las noticias sobre México en los últimos años.
Sin embargo, no creo que haya una forma implícita de mostrar la violencia en el universo en el que se desarrolla la historia, un México rural en el que sus protagonistas intentan mantenerse, infructuosamente, al margen de la problemática del narcotráfico . 
Heli muestra el tema desde una perspectiva ignorada hasta ahora, no se trata de la típica película sobre la  lucha entre narcos; tampoco sobre los policías que los persiguen. Nuestros protagonistas son un par de personas del común que por una mezcla de inocencia y mala suerte terminan involucrados en este peligroso círculo.  En Heli Amat Escalante hace visible una historia que seguramente pasa más a menudo de lo que quisiéramos creer.
Sin duda se trata de una película violenta. En una de las escenas vemos como a  un hombre le son quemados sus genitales sin ninguna censura. Pero esto no significa que se caiga en el amarillismo, la violencia no sé evade, porque hace parte de la realidad; pero tampoco se convierte en el eje  de la narración.
El presentador también comparó la película con la filmografía de Haneke, con esta afirmación si me debo mostrar completamente de acuerdo al igual que en las películas del austríaco nuestro protagonista está lejos de ser el arquetipo de héroe. Heli un joven, casi adolescente, quien trabaja en una empresa dedicada a ensamblar automóviles y cuyas únicas preocupaciones hasta entonces habían sido vigilar la virginidad de su hermana y sus problemas de pareja;  se verá ahora enfrentado en solitario a la maldad del mundo, lógicamente no sabrá cómo hacerlo.
Heli llega en un momento en el que la violencia en México es noticia globalmente debido al auge que están cobrando las autodefensas, civiles armados que se cansaron del acoso del narcotráfico y de su alianza con los organismos de poder.  Sin convertirse en una película panfletaria o política Heli logra identificarnos  dándole rostros a una cifra que como número nos parecía algo ajeno hasta ahora.

martes, 4 de febrero de 2014

EN BÉLGICA LOS VAQUEROS LLORAN

Alabama Monroe (Felix Van Groening, 2013)

Un ataúd blanco rodeado de flores, también blancas,  es cubierto poco a poco por paladas de fango. Esta es sin dudarlo una imagen impactante; más cuando sabemos que se trata del ataúd de la pequeña Maybelle, y que las flores fueron puestas por sus padres, la excéntrica pareja conformada por Didier, un ateo amante de la música country,  y Elise,  una fanática de los tatuajes, que luego de vivir un idilio amoroso, deberán lidiar con la muerte de su hija.
El círculo del amor se rompe, como se conoció en Latinoamérica, es una película que parece divertirse  en los lugares comunes. Una estética rockabilly, llena de tatuajes y barbas descuidadas tan de moda últimamente acompañan a los desdoblamientos, y los diálogos lacrimógenos sobre la típica pregunta de qué hay más allá de la muerte. Pregunta que seguramente se torna más tormentosa cuando es tu hijo el que está muerto. Sin embargo,  la cinta no se queda en mostrar cómo asumen nuestros protagonistas la muerte de su hija, sino cómo esta situación lleva al límite su relación que hasta el momento  se presentaba casi perfecta.
Desde el montaje hay una maestría en la construcción de la historia, en la que a través de flashbacks se van descubriendo fragmentos, que debemos ir ubicando temporalmente por nuestra cuenta, ya que hasta el final no se nos da una visión completa de la historia. Una especie de rompecabezas narrativo que nos hace participes en la construcción de la trama.
El filme también toma un giro político cuando Didier amante de los Estados Unidos, quien llegara a decir que América era un país donde todo era posible; culpa a la prohibición de la investigación con células madre del gobierno estadounidense por la muerte de su hija.
 Finalmente, de  Alabama Monroe que podría catalogarse como  una película comercialmente buena, aprovechando el uso de lugares comunes a su favor, vale la pena destacar la banda sonora interpretada por The BCB band y cuya música no se queda como un elemento accesorio y decorativo sino que logra compenetrarse orgánicamente dentro de la historia.